Realmente no me entiendo a mí mismo, porque quiero hacer lo que es correcto pero no lo hago. En cambio, hago lo que odio. Pero si yo sé que lo que hago está mal, eso demuestra que estoy de acuerdo con que la ley es buena. Entonces no soy yo el que hace lo que está mal, sino el pecado que vive en mí.Romanos 7:15–17
Hagamos un inventario, Circula lo sucede en tu vida.
Estrés Pensamientos compulsivos Economía
Miedos Preocupación Relaciones
Exceso de trabajo Malos hábitos Recuerdos dolorosos
Atracciones Enojo Perfeccionismo
Adicciones Deshonestidad Resentimiento
Remordimiento Perdida de control Mala alimentación
¿Cuál es la causa de todos estos problemas? Estás jugando a ser Dios
¿Por qué somos tentados a ser Dios? Por el orgullo.
En la intimidad de tu arrogancia dijiste: “Yo soy un dios” … ¡Pero tú no eres un dios, Aunque te creas que lo eres! ¡Tú eres un simple mortal! Ezequiel 28:2
Dios bendice a los que son pobres en espíritu y se dan cuenta de la necesidad que tienen de él. Mateo 5:3
Primera Decisión: ADMITO que no tengo poder para controlar mi tendencia a hacer cosas malas y que mi vida es incontrolable
Para ser pobre en espíritu,
1.- DEBO HUMILLARME Y ADMITIR QUE NECESITO AYUDA.
Si quieres ser feliz debes de admitir que:
Necesito admitir que mis secretos me enferman.
Mientras me negué a confesar mi pecado, mi cuerpo se consumió, y gemía todo el día. Día y noche tu mano de disciplina pesaba sobre mí; mi fuerza se evaporó como agua al calor del verano. Finalmente te confesé todos mis pecados y ya no intenté ocultar mi culpa. Me dije: «Le confesaré mis rebeliones al Señor», ¡y tú me perdonaste! Toda mi culpa desapareció. Salmo 32:3-5
Necesito admitir que mi orgullo y mis miedos me impiden avanzar.
Para ser pobre en espíritu,
2.- NECESITO PEDIRLE AYUDA A DIOS HUMILDEMENTE.
De hecho, esperábamos morir; pero, como resultado, dejamos de confiar en nosotros mismos y aprendimos a confiar solo en Dios, quien resucita a los muertos.2 Corintios 1:9
Para ser pobre en espíritu,
3.- DEBO ACEPTAR HUMILDEMENTE LA AYUDA DE OTROS.
La verdad, «más valen dos que uno», porque sacan más provecho de lo que hacen. Además, si uno de ellos se tropieza, el otro puede levantarlo. Pero ¡pobre del que cae y no tiene quien lo ayude a levantarse! Eclesiastés 4:9-10
Por eso, confiesen sus pecados unos a otros, y oren unos por otros, para que Dios los sane. Santiago 5:16
Tres miedos que Satanás usa para que sigas estancado.
El miedo de tus propias emociones.
El miedo a la reacción de los demás.
El miedo a los fracasos del pasado.
Cuando nosotros los pecadores no podíamos salvarnos, Cristo murió por nosotros. Murió en el momento elegido por Dios. Romanos 5:6
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